Maimónides fue un filósofo y médico cordobés del siglo XII, Maimónides es conocido en la literatura judaica, en la que ha ejercido una incalculable influencia, por «Rambam», acrónimo de Rabí Moisés ben Maimón. Su juventud transcurrió de ciudad en ciudad, acosado por la persecución religiosa desatada por los almohades. Establecido en El Cairo fue médico de la corte del rey Saladino y se cuenta que también trabajó para Ricardo Corazón de León, en tierras árabes, con motivo de la tercera cruzada. Maimónides fue considerado como el filósofo judaico más importante de la era postalmúdica y su obra influyó en pensadores cristianos y árabes.
Datos de la vida de Maimonides
1135 Nace en Córdoba.
1165 Fija su residencia en Egipto.
1160 Su familia se exilia en la ciudad marroquí de Fez
1204 Muere en Al-Fustat (Egipto)
Años de formación y peregrinaje
Moisés Maimónides nació en la ciudad de Córdoba, el 30 de marzo de 1135. Era hijo de Rabí Maimón, juez y antiguo miembro del tribunal rabínico de Córdoba, y de la hija de un carnicero de la ciudad, la cual murió al dar a luz al futuro filósofo.
En 1148, al sufrir Córdoba la invasión de los almohades, la familia de Maimónides se vio obligada a abandonar la ciudad. La irrupción de esta dinastía beréber islámica acabó con la pacífica convivencia de los distintos credos religiosos y desencadenó una persecución contra los judíos. Maimónides tenía entonces trece año: , y hasta 1160 en que, suavizada la persecución religiosa, establecen su residencia en Fez, viajan por España de ciudad en ciudad —es posible que llegaran hasta la Provenza del sur de Francia— buscando refugio. A su paso por Almería conoció a Averroes. A pesar de todo, en esos años de miedos, tribulaciones e incomodidades, Maimónides traza las líneas maestras de lo que será su plan de estudios y da comienzo ya a su producción literaria, a la que consagrará su vida. En 1158 comienza la redacción de su comentario a la Misná y, a instancias de un amigo, escribe un comentario al calendario judío. Como tantos otros judíos, la familia de Maimónides se convirtió al islamismo para salvar la vida, aunque siguió profesando su propia religión en secreto.
No deja de ser chocante que la familia de Rabí Maimón y sus dos hijos, David y Moisés, y una hija se establecieran en Fez, donde corrían igualmente peligro. Es posible que el docto rabino quisiera tomar lecciones de Rabí Judá ibn Sossam o quisiera contactar con el califa Abd-el-Mumín, quien se estaba rodeando de intelectuales y había prohibido la quema de libros.
Algunos estudiosos de la obra de Maimónides han visto en el hecho trágico de la apostasía el fundamento de su filosofía racionalista. En una carta a los judíos, Maimónides justificaba la conversión sólo por salvar las apariencias y seguir judaizando en secreto, pero ante la disyuntiva de apostatar o exiliarse, aconsejaba esta última opción. Y es lo que la familia de Rabí Maimón hizo una vez más en 1165, al reavivarse la persecución religiosa. Ese mismo año, Judá ibn Sossan, amigo y maestro de Maimónides, fue torturado y ejecutado por no querer abrazar el islamismo.
Huyeron de Fez al amparo de la noche, hasta llegar a Ceuta, donde embarcaron hacia Palestina. Durante el trayecto, Maimónides prosiguió sus estudios y el trabajo en su libro. Un mes más tarde arribaban a Akko.
En ese tiempo los judíos disfrutaban de libertad y convivían en armonía con los cristianos; a causa de las continuas guerras, sin embargo, Palestina sufría una fuerte depresión económica. Durante los cinco meses que permanecieron en Akko, Maimónides estudió las costumbres y ritos de los judíos y la flora del país, como había hecho ya en Marruecos. Es posible que los Maimón pensaran encontrar sosiego en una Palestina regida entonces por los cristianos, pero la decadencia de las comunidades judías, la falta de hombres ilustres y la carencia de instituciones pedagógicas motivaron un nuevo traslado.
A fines de 1165 arribaron a Alejandría, una ciudad que a pesar de no ser ya la capital de Egipto era un floreciente centro de comercio internacional. A los pocos meses murió su padre. Maimónides recibió numerosas cartas de condolencia desde los países árabes occidentales y del mundo cristiano. Tenía entonces treinta y un años y por primera vez se le planteaba el problema de ganarse la vida.
El problema lo resolvió en primera instancia su hermano David, quien se dedicó al comercio de piedras preciosas gracias al capital que probablemente recibieron ambos en herencia. Libre de preocupaciones materiales Maimónides pudo dedicarse a escribir y corregir su libro, así como a estudiar las costumbres de los judíos egipcios y, cómo no, la flora del país.
Su nuevo y definitivo destino fue Al-Fustat (actualmente, viejo Cairo), ciudad cercana a El Cairo, donde se encontraba el nagid, el jefe supremo de los judíos, aunque al servicio del monarca del país, y cuyas gentes tenían fama de justos y pacíficos. En 1168 Maimónides terminó su gran obra, que le había llevado diez años de trabajo, el Libro de la elucidación, comentario de la Misná. Maimónides pretendía que su libro mejorara el estudio de la Misná, conjunto de leyes mosaicas, que se había visto desplazado por el Talmud, pero el comentario, a excepción de un reducido círculo, pasó sin pena ni gloria.
En 1169 Maimónides sufrió un tremendo golpe. Su hermano pereció en un naufragio en el océano índico mientras realizaba uno de sus viajes de negocios. En la desgracia se perdió el dinero de la familia, junto con el de otras gentes que también se lo habían confiado para que lo negociara. Dejaba, además, mujer y dos hijos. Durante un año Maimónides estuvo postrado en cama. La muerte de su hermano lo hundió en la melancolía y la
depresión, y resultó aquejado de una enfermedad cardíaca. Él mismo cuenta que se halló a las puertas de la muerte.
Médico y sabio
Para procurar el sustento de su familia, Maimónides practicó la medicina. Sin duda alguna habría podido recurrir al rabinato, pero le repugnaba utilizar la Torá como medio de ganarse la vida. Según Maimónides, era un error pensar que las comunidades debían cargar con los gastos de los maestros pues ni la Torá ni ningún otro libro especificaba tal cosa. Para justificar su punto de vista escribió un opúsculo en el que echaba mano de numerosas citas del Talmud. En el mismo afirmó, sin embargo, que era admisible que los estudiosos confiaran su dinero a otros para que realizaran negocios en su nombre, solución que él acabó adoptando.
En 1185 era ya un médico famoso y se distinguía como uno de los galenos de Al-Fadil, visir del rey Saladino. Se cuenta que también prestó sus servicios al rey Ricardo Corazón de León.
Establecida ya definitivamente su residencia en Al-Fustat, Maimónides desplegó una intensa y fecunda actividad. En esos años contrajo matrimonio con la hermana de Abu’l-Ma’ali, uno de los secretarios de la corte, casado a su vez con la hermana de Maimónides. Tuvo un solo hijo, Abraham, quien también se convertiría en un afamado estudioso.
Es probable que en 1171 Maimónides desempeñara el cargo honorífico de rabino. Alrededor de 1177 era ya el jefe de la comunidad judía de Al-Fustat. La primera tarea de Maimónides consistió en combatir a los caraítas, secta judaica que se consideraba más próxima a los musulmanes que a los propios judíos. Su siguiente paso fue el intento de unificar la comunidad judía de El Cairo, escindida en dos grupos, los babilonios, cuya lectura de la Torá se alargaba un año, y los palestinos que tardaban tres años. Pero su reforma más radical fue la abolición de la repetición en voz alta de la Amida, reforma que fue aceptada en todo Egipto y admitida por los maestros contemporáneos. Entre 1179 y 1180 Maimónides llevó a cabo una gran codificación. Había adquirido gran fama y prestigio y le llegaban consultas sobre la ley desde todas partes de Egipto. En 1176 se vio obligado a emitir un nuevo decreto contra las normas de limpieza de los caraítas. El decreto señalaba que toda mujer que no observara dichas normas perdería todo derecho sobre los bienes de su marido en caso de divorcio o viudedad.
En 1190 completó su gran obra filosófica, Guía de perplejos, comenzada quince años antes y dedicada a su fiel discípulo Yosé ibn Sham‘un, a quien quería como a un hijo y le había hecho llegar capítulo tras capítulo. Maimónides escribió este libro pensando en aquellos que dudaban entre la religión judía y el aristotelismo de la época. Su propósito era demostrar que religión y filosofía no eran antagónicos. La armonización de fe y razón fue tachada de racionalista y surgieron disputas entre los partidarios de Maimónides y los judíos ortodoxos, principalmente en España y Provenza, con cuyos sabios mantenía una intensa correspondencia. Sin embargo, la obra sirvió durante muchos siglos de fundamento para el pensamiento judaico e influiría también en los pensadores musulmanes y cristianos, como es el caso de Tomás de Aquino.
Redactada en árabe, la Guía traducida al latín muy pronto y dos semanas antes de la muerte del autor fue completa la traducción al hebreo.
Maimónides murió el 13 de diciembre de 1204. Tanto judíos como árabes le honraron con tres días de luto y se decretó un ayuno. Fue enterrado en Tiberíades, como era su deseo. Cuenta la leyenda que cuando, años más tarde, sus restos eran transportados a Palestina, la comitiva fue asaltada por unos piratas que pretendieron arrojar el féretro al mar. Al ver que ni treinta hombres lograban levantarlo, consideraron que el difunto era un santo y proporcionaron una escolta a la caravana judía. Su tumba en Tiberíades fue objeto de numerosas visitas.
Le fue erigido un monumento con la siguiente inscripción: «No hubo nadie, de Moisés a Moisés [Maimónides], comparable a Moisés».