A principios de 418, Walia concertó con el gobierno imperial un acuerdo decisivo para el pueblo visigodo. A cambio de apoyo militar en Hispania y frente a movimientos insurgentes en el interior de Galia, los visigodos eran autorizados a asentarse en la provincia Aquitania Secunda y en determinados lugares de las Novempopulania y Narbonensis Prima es decir, básicamente en la parte atlántica de las tierras entre los ríos Loira y Garona. El rey visigodo, Teodorico I (418-451), que completó el traslado a los territorios de la Gaita una vez fallecido Walia, no recibió ningún título que posibilitara actuaciones sobre los galorromanos. En teoría quedaban fijadas dos administraciones, aunque progresivamente, en la práctica, el poder visigodo fue haciéndose global y extendiéndose a todos los habitantes del territorio.
Asentamiento del Pueblo Visigodo
Los grupos aristocráticos visigodos se hicieron cargo de tierras en las zonas de asentamiento, fundamentalmente en torno a Tolosa, convertida en sede de la monarquía, y en el valle del Garona. El procedimiento arbitrado, la hospitalitas, provenía de regulaciones bajoimperiales de alojamiento de tropas en tránsito, que ocupaban, en proporción variable al rango de cada militar, una parte estipulada de las casas de las poblaciones que atravesaban en su adaptación a la sedentarización del pueblo visigodo. Ello significó la entrega de dos tercios de los espacios cultivados y de una porción de los bosques y baldíos circundantes, así como de los esclavos, partición que no afectó a todos los propietarios, sino probablemente a los más grandes, que obtuvieron ventajas de un acuerdo que les liberaba de la fiscalidad de dichos terrenos, al propio tiempo que garantizaba la seguridad de los demás en época de creciente inestabilidad.
Evolución de la Organización social del pueblo Visigodo
El asentamiento y la entrega de tierras consolidó y acentuó el proceso de diferenciación social existente desde tiempo atrás en el pueblo visigodo. El reparto de bienes inmobiliarios no fue generalizado, sino limitado a los grupos que habían obtenido primacía en el conjunto social. El control de la tierra y, por tanto, de los medios de aprovisionamiento, fue un elemento último y decisivo de quiebra de la solidaridad gentilicia primitiva, ya que la mayoría alejada de la distribución comenzó a depender para su subsistencia de la cesión de terrenos o del trabajo agrario ofrecido por quienes detentaban los medios de producción. El reparto del botín o el aprovisionamiento directo de los romanos, ninguno de ellos, desde luego, igualitarios, habían dejado paso a una desigualdad estructural derivada de la propiedad de la tierra. Todo este proceso reforzaba asimismo el poder político de la monarquía, sin duda una de las grandes beneficiadas de la adquisición de fundos. La sedentarización inició el largo desarrollo de fusión entre bárbaros y romanos, operada según las pautas de diferencia social en los dos mundos y, en consecuencia, reforzadora de ella. La aristocracia visigoda fue aproximándose a sus congéneres romanos, mientras el campesinado iba nutriéndose de grupos diversos procedentes del mundo visigodo o imperial (colonos, pequeños propietarios, esclavos, plebe urbana). La integración de ambas comunidades se produjo en el interior de cada escalón social, aglutinación de clase que, entre los visigodos, fue sustituyendo progresivamente a los restos de la antigua solidaridad gentilicia.